miércoles, 29 de julio de 2009

Poesía vegetariana

Este poema debe ser leído junto a un puesto de tacos de carnitas, preferentemente durante la noche, minutos después de una lluvia torrencial. En su defecto se invita al lector a leer mientras se cocina cualquier cosa de cerdo (excepto tocino por su muy característico olor) en su propia cocina.

Se recomienda también: No comer inmediatamente lo que se ha cocinado sino observar el platillo resultante durante un minuto, leerle el poema y así, finalmente, comerlo con las manos.

-------------La humedad se mezcla con la grasa, el pasto mojado, el concreto mojado, el sonido de los platos de plástico chocando unos con otros. Truena la carne en el trompo (truenan pedazos del corazón propio) ¿Es un cerdo? ¿Es un perro? ¿Es un ser vivo? El frio viento citadino hela la espalda, la cara es golpeada por el calor que emanan los cuerpos muertos que hay enfrente (¿Sólo enfrente?), es insoportable el proceso, el aceite arde, burbujea, quema con sólo mirarlo (Quema, como aquel día tu silencio lo hizo). El cuchillo de carnicero destaza la carne (destaza), astilla la madera (astilla) nadie se come nunca el corazón del cerdo (el corazón). El aliento de un borracho no te deja pensar (quisiera estar borracho) Todos comen, nadie sabe qué pero comen. Pides verdura, porque es más sano y crees que es importante seguir viviendo, incluso así… (Por qué crees)

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